sábado, junio 30, 2012

OLIMPIA DE GOUGES


(Marie Gouze; Montauban, 1748 - París, 1793) Escritora y heroína francesa que reivindicó la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en el marco de la Revolución Francesa, considerada precursora del moderno feminismo.
Hija de una vendedora de objetos de tocador (su padre fue, según unos, Luis XV, y según otros historiadores, el poeta Lefranc de Pompignan), contrajo matrimonio a los quince años con un tal Aubry, el cual murió al poco tiempo, dejándole unos 70.000 francos de renta. Pasó entonces a París, en donde tomó el nombre de Olimpia de Gouges y se dedicó a la literatura.
Al estallar la Revolución Francesa adoptó al principio sus ideas, pero después combatió el sistema del Terror y a sus hombres con una energía que la conduciría al cadalso. Se dice que había tratado de encargarse de la defensa de Luis XVI, y que al ser el rey ejecutado envió una carta insultante a Robespierre, el cual entregó a Olimpia al tribunal revolucionario, que la condenó a morir en la guillotina.
Escribió un gran número de obras para el teatro, tales como Zamore y Myrza, Lucinda y Cardenio, El matrimonio de Chérubin, El hombre generoso, El filósofo corregido y Molière en casa de Ninon, de las cuales sólo la primera, de ideología abolicionista, logró ser admitida en la Comedia Francesa, y se representó en 1789 con el título La esclavitud de los negros o el feliz naufragio.
Durante los días de su actividad política dio al teatro tres obras más: Mirabeau en los Campos ElíseosEl convento o los votos forzados (1792) y Les Vivandiers (1793). Escribió, además, El príncipe filósofo, obra en la que, en forma de cuento oriental, expone sus ideas acerca de los derechos de las mujeres, y muchos opúsculos sobre cuestiones sociales, como El espíritu, Las tres urnas y Un testamento político. De entre todos ellos destaca la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadanaDeclaración de los derechos del hombre y del ciudadano (1789). 

INTELECTUALES-VIVEZA.


Elaborado por: Ferrer, D (2012)
 Bajo la perspectiva Eurocéntrica, tenemos que a partir del siglo XV se dio inicio a los viajes de exploración por parte de Portugal y España, consecutivamente se anexarían los demás imperios de ese entonces. En lo que respecta a los viajes de Cristóforo Colombo(Cristóbal Colón), se aprecia la influencia religiosa, pues este al llegar en 1492 a Amerrique (posteriormente América), creyó estar en el paraíso terrenal, su primer punto de llegada lo llamo: San Salvador, luego paso por Cuba la cual recibió por nombre Juana. Se destaca además su carta descriptiva respecto a los pobladores nativos de las tierras exploradas, hasta el momento.
Señala Galeano, E (2000). “América no solo carecía de nombre. Los noruegos no sabían que la habían descubierto hacia largo tiempo, y el propio Colon murió, después de sus viajes, todavía convencido de que había llegado al Asia por la espalda” (p.11). Existen infinidad de opiniones respecto al papel desempeñado por Colón, así como también del nombre dado al continente, hay quienes sugiere que este se relaciona con Américo Vespucio, a través de su carta Nuevo Mundo, aunado a la actuación de Martín Waldsemuller, a través del mapa que llevo por nombre América. Es preciso señalar que en Nicaragua, se encontraban asentados pueblos nativos que hacían referencia a dicho territorio como Amerrique (la tierra donde siempre sopla el viento), evidenciándose una cercana y clara relación entre dicha palabra y el nombre actual del continente.
Tomando en cuenta lo expresado por,  Ardao, A (1980) en su obra Génesis de la idea y el nombre de América latina. América va experimentar tres etapas históricas: la primera responde a la llegada de los imperios, la segunda a la supresión de los pueblos nativos que dió paso a la colonia y la tercera el proceso independentista, cuya proeza es histórica, tanto nacional como continentalmente y por qué no mundialmente, es el proceso emancipador de las colonias, el mismo que se daría de manera progresiva, ello ante las secuelas dejadas por la esclavitud, explotación de recursos, implantación religiosa, política, cultural, el papel constante de proveedores aunados a hechos que dieron paso a cambios, como lo fueron la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica (1776), Revolución Francesa(1789), Declaración de los derechos del hombre y ciudadano y posteriormente los de la  mujer, aunque dicho hecho está enmarcado en una sociedad de contradicciones, la misma que llevara a la guillotina a esa mente ideadora, pensante, que planteo nuevas leyes entorno a los derechos de las féminas (Olimpia de Gouges).
Es de señalar, la polémica existente en torno a la noción de independencia, desarrollo y derechos humanos; ya que la América del Sur para ese entonces estaba valorada desde México hasta la tierra del fuego, a pesar de su extensión territorial, se mostraba minusválida ante la amenaza expansionista de la que Michel Chevalier llamaría la América Anglosajona, germana, protestante, esa misma que mostro desde sus principios cada intención ejercida en sus movimientos. Asimismo, el sur deberá enfrentar más allá de una gesta independentista, un nuevo gigante sobre toda su extensión y ese recibe por nombre: dictadura. Sí. esa misma que causaría estancamiento en cada nación, además de una realidad irónica y es que aunque ya independientes, por lo menos en lo político, se mantenían aún como proveedores de recursos, de los cuales no se recibía el ingreso ideal, aunado al poder centralizado que daría paso a la actuación y levantamiento de los sujetos activos en dicha realidad.
Ahora bien, para que un pueblo lograra actuar ante sus realidades, necesitaba un líder que lo dirigiera, es allí donde surge la fuerte influencia ejercida por los intelectuales, tal como lo señala Petras, J (s.f) estos actuaban para y por el bienestar de cada ciudadano, a través de sus libros, periódicos, revistas, reuniones, sindicatos y demas; (medios controlados por quienes albergaban el poder). Sin embargo, parte de la transformación del ser, se inicia a través de la lectura, cuando el individuo llena su mente de información valiosa, su entorno empieza a cambiar; dependerá por supuesto de las acciones realizadas en pro de lograr dicho objetivo. Sin duda, eso lo sabían y practicaban los intelectuales de América en ese entonces, pues lo dejaron en evidencia a través de cada lucha en contra de la opresión interna y externa. Posteriormente el ser intelectual, perdió su rumbo, tal vez los fuertes rayos del sol causaron deslumbro y los enrumbo hacia los intereses por el bien individual, satisfacción económica y social.
Al respecto refiere, Cabrujas, J. (1995) “Una imagen viene de un lado y otra imagen la genera un pueblo de sí mismo” (p.1). En mi opinión, de la teoría a la práctica existe mucha distancia, si bien es cierto América conto en un entonces con intelectuales que actuaban para ayudar pueblo. El mismo que conoce muy bien qué es el hambre y frio, el delirio, ausencia o permanencia, abandono y desidia, si esta última, es tan evidente en quienes están al mando, son estos los que hacen promesas utópicas a través de cada discurso, previamente maquinado y elaborado, con la finalidad de disfrazar la falacia en verdad. Y esta realidad se evidencia en cada proceso concerniente a América, para los españoles luego de la conquista, el nuevo mundo no era más que atrasadas colonias que proveían los recursos necesarios, y lo peor de todo, estaban llenas de gente sin alma, ni pensamiento, muestra del trato inferior ejercido hacia  los pueblos nativos y africanos; estos últimos eran perseguidos, cazados y traídos en condiciones infrahumanas. En cuanto, a la discriminación estaba basada en una concepción majadera creada por la iglesia, la misma que establecía (aun lo hace) teorías según el momento e interés existente.
Continuando la idea, aparte de la condición de proveedor, trabajo forzado, y estancamiento económico, se viene a dar la polémica respecto al sentir y pensar del individuo americano, ese que fue calificado por Michel Chevalier a través de la raza, de su lengua, religión. La América Española o Iberoamérica, como solía llamarla. A lo expuesto anteriormente surge la siguiente interrogante: ¿hasta qué punto llega la viveza criolla? Si bien es cierto, en este continente se han dado acontecimientos históricos, observados incluso a nivel mundial, incluyendo allí la gestión (aceptable para algunos y para otros no) de: Simón Rodríguez, Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Antonio José de Sucre, entre otros. Estos se convertirían en inmortales, por lo menos en cuanto a lo histórico se refiere. Sin duda, su pensar era visionario, amamantado con la leche de la lectura y fortalecido a través de los viajes, relaciones en el extranjero, la búsqueda del por qué. Contrario, a quienes tanto ayer como hoy, se mantienen inertes ante las bofetadas sociales, políticas, económicas, culturales, semejante a la constancia del agua sobre las rocas, cuyo objetivo es fragmentarla.
Resulta oportuno parafrasear las palabas del premio Nobel 1982; el señor Gabriel Gracia Márquez, esta realidad de muerte, hambre, pobreza  y opresión, parece ya parte imborrable de la conciencia del individuo latinoamericano. En mi opinión, se asemeja a una herencia genética, un destino ante el cual muchos se muestran resignados, como si no hubiera un motivo valido para cambiar y buscar un mas allá, preguntándose el por y para qué. Quizás alejaron de su esencia humana las raíces ancestrales de esos que no compraban ni vendían la tierra; pues era su pachamama, conocían muy bien la diferencia entre viveza y astucia, esta última fue la que les permitió luchar y nunca rendirse ante sus adversarios. Tan necesaria, por estos días en los cuales se cree sin mayor reflexión en cualquier promesa o palabrería ejecutada por los lobos vestidos de ovejas, que astutamente desarrollan sus gestiones en medio del rebaño, el mismo que se dirige sin mayor conciencia hacia la trampa que lo convertirá en presa mortal.



REFERENCIAS.
Ardao, A (1980). Génesis de la idea y el nombre de América latina. Caracas: Consejo Nacional de Cultura.
Cabrujas, J (1995). La viveza Criolla. Destreza, mínimo esfuerzo o sentido del humor. [Documento en línea]. Disponible:  http://www.analitica.com/bitblioteca/cabrujas/viveza.asp [Consulta: 2012, abril 13]
Gabriel Gracia Márquez. (s.f). La soledad de América Latina. [Documento en línea]. Disponible: http://www.archive.attac.org/attacinfoes/attacinfo564.pdf[Consulta: 2012, abril 13]
Galeano, E (2000). Las Venas Abiertas de América Latina. (16ª. ed.). Madrid, España: Siglo XXI de España editores.
Petras, J (s.f). La metamorfosis de los intelectuales Latinoamericanos. [Documento en línea]. Disponible: http://es.scribd.com/doc/23496003/Petras-James-LA-METAMORFOSIS-DE-LOS-INTELECTUALES-LATINOAMERICANOS[Consulta: 2012, abril 13]

viernes, junio 29, 2012

12 DE OCTUBRE. EDUARDO GALEANO

Cuenta la historia oficial que Vasco Núñez de Balboa fue el primer hombre que vio, desde
una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí vivían, ¿eran ciegos?
¿Quiénes pusieron sus primeros nombres al maíz y a la papa y al tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés, Francisco Pizarro? Los que allí vivían, ¿eran mudos?
Nos han dicho, y nos siguen diciendo, que los peregrinos del Mayflower fueron a poblar América. ¿América estaba vacía?
Como Colón no entendía lo que decían, creyó que no sabían hablar.
Como andaban desnudos, eran mansos y daban todo a cambio de nada, creyó que no eran gentes de razón.
Y como estaba seguro de haber entrado al Oriente por la puerta de atrás, creyó que eran indios de la India.
Después, durante su segundo viaje, el almirante dictó un acta estableciendo que Cuba era parte del Asia.
El documento del 14 de junio de 1494 dejó constancia de que los tripulantes de sus tres naves lo reconocían así; y a quien dijera lo contrario se le darían cien azotes, se le cobraría una pena de diez mil maravedíes y se le cortaría la lengua.
El notario, Hernán Pérez de Luna, dio fe.
Y al pie firmaron los marinos que sabían firmar.
Los conquistadores exigían que América fuera lo que no era. No veían lo que veían, sino lo que querían ver: la fuente de la juventud, la ciudad del oro, el reino de las esmeraldas, el país de la canela. Y retrataron a los americanos tal como antes habían imaginado a los paganos de Oriente.
Cristóbal Colón vio en las costas de Cuba sirenas con caras de hombre y plumas de gallo, y supo que no lejos de allí los hombres y las mujeres tenían rabos.
En la Guayana, según sir Walter Raleigh, había gente con los ojos en los hombros y la boca en el pecho.
En Venezuela, según fray Pedro Simón, había indios de orejas tan grandes que las arrastraban por los suelos.
En el río Amazonas, según Cristóbal de Acuña, los nativos tenían los pies al revés, con los talones adelante y los dedos atrás, y según Pedro Martín de Anglería las mujeres se mutilaban un seno para el mejor disparo de sus flechas.
Anglería, que escribió la primera historia de América pero nunca estuvo allí, afirmó también que en el Nuevo Mundo había gente con rabos, como había contado Colón, y sus rabos eran tan largos que sólo podían sentarse en asientos con agujeros.
El Código Negro prohibía la tortura de los esclavos en las colonias francesas. Pero no era por torturar, sino por educar, que los amos azotaban a sus negros y cuando huían les cortaban los tendones.
Eran conmovedoras las leyes de Indias, que protegían a los indios en las colonias españolas. Pero más conmovedoras eran la picota y la horca clavadas en el centro de cada Plaza Mayor.
Muy convincente resultaba la lectura del Requerimiento, que en vísperas del asalto a cada aldea explicaba a los indios que Dios había venido al mundo y que había dejado en su lugar a San Pedro y que San Pedro tenía por sucesor al Santo Padre y que el Santo Padre había hecho merced a la reina de Castilla de toda esta tierra y que por eso debían irse de aquí o pagar tributo en oro y que en caso de negativa o demora se les haría la guerra y ellos serían convertidos en esclavos y también sus mujeres y sus hijos. Pero este Requerimiento de obediencia se leía en el monte, en plena noche, en lengua castellana y sin intérprete, en presencia del notario y de ningún indio, porque los indios dormían, a algunas leguas de distancia, y no tenían la menor idea de lo que se les venía encima.
Hasta no hace mucho, el 12 de octubre era el Día de la Raza.
Pero, ¿acaso existe semejante cosa? ¿Qué es la raza, además de una mentira útil para exprimir y exterminar al prójimo?
En el año 1942, cuando Estados Unidos entró en la guerra mundial, la Cruz Roja de ese país decidió que la sangre negra no sería admitida en sus bancos de plasma. Así se evitaba que la mezcla de razas, prohibida en la cama, se hiciera por inyección. ¿Alguien ha visto, alguna vez, sangre negra?
Después, el Día de la Raza pasó a ser el Día del Encuentro.
¿Son encuentros las invasiones coloniales? ¿Las de ayer, y las de hoy, encuentros? ¿No habría que llamarlas, más bien, violaciones?
Quizás el episodio más revelador de la historia de América ocurrió en el año 1563, en Chile. El fortín de Arauco estaba sitiado por los indios, sin agua ni comida, pero el capitán Lorenzo Bernal se negó a rendirse. Desde la empalizada, gritó:
— ¡Nosotros seremos cada vez más!
— ¿Con qué mujeres? –preguntó el jefe indio.
— Con las vuestras. Nosotros les haremos hijos que serán vuestros amos.
Los invasores llamaron caníbales a los antiguos americanos, pero más caníbal era el Cerro Rico de Potosí, cuyas bocas comían carne de indios para alimentar el desarrollo capitalista de Europa.
Y los llamaron idólatras, porque creían que la naturaleza es sagrada y que somos hermanos de todo lo que tiene piernas, patas, alas o raíces.
Y los llamaron salvajes. En eso, al menos, no se equivocaron. Tan brutos eran los indios que ignoraban que debían exigir visa, certificado de buena conducta y permiso de trabajo a Colón, Cabral, Cortés, Alvarado, Pizarro y los peregrinos del Mayflower.(Red Voltaire)
Eduardo Galeano/Periodista y escritor uruguayo, autor de Las Venas Abiertas de América Latina, La canción de nosotros, Días y noches de amor y de guerra, Las palabras andantes, El libro de los abrazos, entre otros.

Manuela Sáenz



(Manuela Sáenz y Aizpuru o Sáenz de Thorne, también llamada ManuelitaManuela Sáenz Sáenz; Quito, 1795 - Paita, Perú, 1859) Patriota ecuatoriana. Esposa del doctor J. Thorne (1817), se convirtió en la amante de Bolívar (1822), al que acompañó en todas sus campañas y al que, en una ocasión, salvó la vida (1828), lo que le valió el apelativo de Libertadora del libertador. Su presencia al lado del Libertador, durante los años cruciales de la gesta emancipadora, marcaría indeleblemente numerosos acontecimientos en los albores de la vida republicana. Siguió el curso cronológico de los principales sucesos políticos y militares de los que fue testigo o protagonista: el encuentro de Bolívar y San Martín en Guayaquil, las batallas de Pichincha y Ayacucho, el conflicto entre el Libertador y Santander, la rebelión de Córdova y la disolución de la Gran Colombia. A la muerte de Bolívar fue desterrada a Perú.
No ha sido fácil para la historia de la América independentista incluir en su nómina de próceres el nombre de Manuela Sáenz. Si su condición de mujer ya lo hacía difícil, su estatus de amante del Libertador complicaba aún más las cosas. La historiografía del siglo XIX, temiendo por la memoria del "más grande hombre de América", se encargaría de omitir la presencia de esta mujer en su círculo. Con todo y con ello, las anécdotas se dieron a conocer, y la misma historia se vio en la necesidad de otorgarle a Manuela Sáenz la categoría de heroína.
Nació en 1795 en Quito, ciudad por entonces de aires afrancesados, en la que los grandes salones que acogían a la aristocracia marchaban al ritmo de una concepción laxa de la moral y de las distracciones entre criollos y españoles, que pronto se convertirían en una sangrienta guerra entre patriotas y realistas. Era hija natural de Simón Sáenz, comerciante español y realista, y de María Joaquina de Aizpuru, bella mujer hija de españoles de linaje, quien en el futuro tomaría partido por los rebeldes.
Desde muy joven entró en contacto con una serie de acontecimientos que animarían su interés por la política. En 1809 la aristocracia criolla ya se hallaba conspirando contra el poder de los hispanos, y a partir de entonces comenzaron a sucederse un conjunto de revueltas sangrientas. Quizá las circunstancias familiares llevaron a Manuela a optar por los revolucionarios: presenciaba desfiles de prisioneros desde la ventana de su casa, y se maravillaba de las hazañas de doña Manuela Cañizares, a quien tuvo por heroína al enterarse de que los conspiradores se reunían clandestinamente en su casa.
Por causa de las propias revueltas, sin embargo, se ausentó de la ciudad para refugiarse junto a su madre en la hacienda de Catahuango. Allí se convirtió en una excelente amazona, mientras su madre le enseñaba a comportarse en sociedad y a manejar las artes del buen vestir, el bordado y la repostería. Tiempo después ambas regresaron a Quito, y la madre decidió internarla en el convento de monjas de Santa Catalina; tenía entonces diecisiete años.
La fascinación de Manuela por la vida pública y su ímpetu rebelde la harían abandonar prontamente la clausura del convento. Aprendió a leer y a escribir, virtudes éstas que le permitieron iniciar una relación epistolar con su futuro amante: Fausto Delhuyar, un coronel del ejército del rey. Con él se fugó para descubrir más tarde el infortunio de su infertilidad, y la desgracia de estar al lado de un charlatán. Las habladurías del amante le significaron la obligación de contraer matrimonio con James Thorne, un médico de cuarenta años que comerciaba con su padre y al que nunca llegaría a amar.
Corría el año 1819 y Manuela deslumbraba en los grandes salones de Lima, junto a su amiga Rosita Campuzano. El resto de la América estaba convulsionada. Simón Bolívar ya había liberado el territorio de la Nueva Granada y se disponía a fundar en Angostura la Gran Colombia. Entrado el año de 1820, José de San Martín se encontraba de camino hacia Perú. Los limeños comenzaban a conspirar, y la Sáenz se convertía en una de las activistas principales. Las reuniones se realizaban en su casa y las disfrazaba de fiestas; actuaba de espía y pasaba información. Participó en las negociaciones con el batallón de Numancia, y en 1822, una vez liberado Perú, fue condecorada "Caballeresa del sol, al patriotismo de las más sensibles".
Con la excusa de acompañar a su padre, Manuelita marchó hacia Quito. Colaboró activamente con las fuerzas libertadoras: llevaba y traía información, curaba a los enfermos y donaba víveres para los soldados. El 16 de junio de 1822, Simón Bolívar entró triunfalmente en la ciudad y, después de un cruce de miradas, fueron presentados en un baile en homenaje al Libertador.
A partir de entonces mantendrían una relación pasional. Los compromisos del Libertador no impedían los encuentros amorosos, y mientras duraba la ausencia, Manuelita participaba activamente en la consolidación de la independencia del Ecuador. Bolívar le regaló un uniforme, que ella utilizaba a la hora de sofocar algún levantamiento. La muerte de su padre la motivó a regresar a Lima. Fue nombrada por Bolívar miembro del Estado Mayor del Ejército Libertador; peleó junto a Antonio José de Sucre en Ayacucho, siendo la única mujer que pasaría a la historia como heroína de esta batalla. Una vez aprobada la Constitución para las nuevas naciones, marchó a Bogotá junto al Libertador.
Eran los tiempos del corto esplendor de la Gran Colombia. Manuelita militaba activamente en el partido bolivariano y se encargaba de llevar los archivos del Libertador. Durante el día vestía de soldado y, junto a sus fieles esclavas de siempre, se dedicaba a patrullar la zona. Cuidaba las espaldas de Bolívar. El 25 de septiembre de 1828, gracias a su intuición, lo salvó de un atentado dirigido por Francisco de Paula Santander, enfrentándose a los conspiradores mientras su protegido huía descolgándose por una ventana; a raíz de este acontecimiento Bolívar, de regreso a palacio, le dijo: "Eres la Libertadora del Libertador". Solía organizar en su casa representaciones en las que era habitual la burla hacia los enemigos del Libertador; la "quema de Santander" era una de las actuaciones preferidas. Los amores eran nocturnos y se prolongarían hasta la huida de Bolívar a Santa Marta en 1830.
Siete meses más tarde, al conocer la muerte de su amado por medio de una carta de Peroux de Lacroix, decidió suicidarse. Se dirigió a Guaduas, donde se hizo morder por una víbora, y fue salvada por los habitantes del lugar. Antes de la muerte del Libertador se levantó una ola de calumnias en su contra por parte de Santander, y Manuela decidió escribir, como forma de protesta, La Torre de Babel (julio de 1830), motivo por el cual se le emitió una orden de prisión. Seguidamente, tuvo lugar la persecución de los colaboradores de Bolívar, que la consideraban peligrosa. Así, el 1 de enero de 1834, le ordenaron que abandonara la nación en un plazo de trece días. Mientras tanto, fue encerrada en la cárcel de mujeres y conducida en silla de manos hasta Funza, y de allí, a caballo, hasta el puerto de Cartagena con destino a Jamaica.
Manuela volvió al Ecuador en 1835. El presidente Vicente Rocafuerte, ante la noticia de su llegada, determinó su salida del país. Esto le llevó al destierro. Se radicó en el puerto de Paita, donde subsistió elaborando dulces, tejidos y bordados para la venta, ya que las rentas por el arrendamiento de su hacienda de Catahuango, en Quito, no le eran enviadas. En la puerta de su casa se podía leer English Spoken; era querida por la gente del pueblo y bautizaba niños, con la condición de que se llamaran Simón o Simona. Fue visitada por muchos hombres importantes, entre los que figuraron Simón Rodríguez, Hermann Melville y Giuseppe Garibaldi. Uno de los visitantes del lugar trajo consigo la difteria, enfermedad que contrajo Manuelita y de la que murió, ya pobre e inválida, a los 59 años de vida.

viernes, junio 15, 2012

Yo no te pido.


Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
solo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.

Yo no te pido que me firmes
diez papeles grises para amar
sólo te pido que tu quieras
las palomas que suelo mirar.

De lo pasado no lo voy a negar
el futuro algún día llegara
y del presente
que le importa a la gente
si es que siempre van a hablar.

Sigue llenando este minuto
de razones para respirar
no me complazcas no te niegues
no hables por hablar.

Yo no te pido que me bajes
una estrella azul
solo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.

MARIO BENEDETTI